
De todas las motivaciones con las que comenzé este proyecto, solo persiste una: el afán de expresarme. Ese pequeño, raído, pero orgulloso afán es el que mantiene vivo este alicaído blog.
Prefiero imaginar a misteriosos visitantes, leyendo avidamente en la penumbra de una oscura madrugada, a ver la triste realidad, un energumeno obstinado en escribir obras de dudosa calidad literaria.
Hoy dejo un texto que escribí sobre mi escuela, que indudablemente, podría describir a la perfección a decenas de escuelas argentinas. No menor fue el revuelo que este texto, pegado en baños y demás lugares, generó en el establecimiento. Algunos de sus miembros, inequívocamente identificados con los ficticios personajes, expresaron su violenta disconformidad. Y sin embargo, su autor, asiste regularmente y sin mayores complicaciones a dicho lugar.
A pesar de lo agresivo del texto, increiblemente fue escrito como una crítica constructiva, o tal vez no, fue solo la obra de un adolescente perturbado, quien sabe? Ustedes, ilusorios visitantes decidirán.
Bendita educación.
Quiero contarles de una escuela única, fiel representante del sistema educativo.
Era ésta una sencilla escuela barrial, antigua y conservadora; superior según algunos de sus miembros más viejos y experimentados. Esta escuela enarbolaba orgullosa las banderas del elitismo y la perfección. Se enceguecía con sus ideales de superioridad y distinción académica. Contaba a quien quisiera escucharla, y a quien no también, las cualidades de su infraestructura y nivel educativo. Verborragicamente nombraba a sus miembros más sobresalientes y contaba sus innumerables proyectos.
Muchas eran ciertamente las virtudes de esta escuela y de su comunidad, mas como en todas, los defectos afloraban.
Lamentablemente, como digna conservadora, su directora era incapaz de ver los defectos de esta, de ella misma y de sus pares. Y así continuaban entonces, indemnes, sus miembros perpetuándose, mientras la comunidad, instruida en el arte del conformismo por su misma escuela, aceptaba los hechos sin cuestionamiento alguno.
Entonces así fue, que el poder termino por corromper y de esta manera los disconformes, los luchadores, los revolucionarios, los que creían en el cambio, los que mantenían viva la llama idealista fueron humillados. Algunos hastiados y con lágrimas amargas, se marcharon. Otros, los más, eligieron callar y seguir con sus vidas.
Esta comunidad, como otras tantas, no respetaba los pilares de la educación pública. La escuela laica, era reemplazada por una virgen suplicante y una derruida capilla. La escuela pública, se exiliaba ante una cuota poco optativa. Esto era fundamental eran sus argumentos, ¿como podríamos mantener la bienamada escuela sin esa insignificante colaboración? Así era, que la estructura importaba más que nuestro derecho a la educación totalmente pública, que las paredes pintadas y prolijos pasillos se imponían a lo que era justo y necesario.
Colateralmente, el equipo directivo obtenía otros beneficios. Así condenaban a la escuela a un determinado estrato social que en nada se condecía con el presente nacional. Así se aseguraban de no ver a ningún joven descalzo y helado, a una adolescente hambrienta que exigía una copa de leche o a más jóvenes embarazadas de las estrictamente necesarias.
¿Como se atreverían estas personas que pueblan este oscuro país a estudiar en tan distinguido establecimiento?
Los que protestaban, eran callados y se convertían en parias y objeto de persecución. Los oportunistas, los falsos y falaces, los que se vendían al mejor postor, era recompensados con indulgencia y tratos preferenciales.
Lenta e irremediablemente, los jóvenes, el porvenir, eran condenados a un futuro donde no sabrían defenderse, en donde fachos empleadores pisotearían sus cabezas, en donde un estado corrupto corrompería sus almas y un sistema enfermo, destruiría sus ingenuos y bellos ideales.
Un futuro triste, pero en donde no se habían perdido las esperanzas, y en donde sería fundamental, la piedra angular del cambio, una nueva generación consiente, crítica y pensante; instruida en el sacrificio, el respeto y la igualdad. Justamente, el tipo de conocimientos que no se ensañaban en la escuela. Algunos le llamarán casualidad, yo no lo creo…
*Los hechos y personajes anteriormente narrados son ficticios, cualquier similitud con la realidad, es obra de tu inquieta imaginación*
Yotuel...
Prefiero imaginar a misteriosos visitantes, leyendo avidamente en la penumbra de una oscura madrugada, a ver la triste realidad, un energumeno obstinado en escribir obras de dudosa calidad literaria.
Hoy dejo un texto que escribí sobre mi escuela, que indudablemente, podría describir a la perfección a decenas de escuelas argentinas. No menor fue el revuelo que este texto, pegado en baños y demás lugares, generó en el establecimiento. Algunos de sus miembros, inequívocamente identificados con los ficticios personajes, expresaron su violenta disconformidad. Y sin embargo, su autor, asiste regularmente y sin mayores complicaciones a dicho lugar.
A pesar de lo agresivo del texto, increiblemente fue escrito como una crítica constructiva, o tal vez no, fue solo la obra de un adolescente perturbado, quien sabe? Ustedes, ilusorios visitantes decidirán.
Bendita educación.
Quiero contarles de una escuela única, fiel representante del sistema educativo.
Era ésta una sencilla escuela barrial, antigua y conservadora; superior según algunos de sus miembros más viejos y experimentados. Esta escuela enarbolaba orgullosa las banderas del elitismo y la perfección. Se enceguecía con sus ideales de superioridad y distinción académica. Contaba a quien quisiera escucharla, y a quien no también, las cualidades de su infraestructura y nivel educativo. Verborragicamente nombraba a sus miembros más sobresalientes y contaba sus innumerables proyectos.
Muchas eran ciertamente las virtudes de esta escuela y de su comunidad, mas como en todas, los defectos afloraban.
Lamentablemente, como digna conservadora, su directora era incapaz de ver los defectos de esta, de ella misma y de sus pares. Y así continuaban entonces, indemnes, sus miembros perpetuándose, mientras la comunidad, instruida en el arte del conformismo por su misma escuela, aceptaba los hechos sin cuestionamiento alguno.
Entonces así fue, que el poder termino por corromper y de esta manera los disconformes, los luchadores, los revolucionarios, los que creían en el cambio, los que mantenían viva la llama idealista fueron humillados. Algunos hastiados y con lágrimas amargas, se marcharon. Otros, los más, eligieron callar y seguir con sus vidas.
Esta comunidad, como otras tantas, no respetaba los pilares de la educación pública. La escuela laica, era reemplazada por una virgen suplicante y una derruida capilla. La escuela pública, se exiliaba ante una cuota poco optativa. Esto era fundamental eran sus argumentos, ¿como podríamos mantener la bienamada escuela sin esa insignificante colaboración? Así era, que la estructura importaba más que nuestro derecho a la educación totalmente pública, que las paredes pintadas y prolijos pasillos se imponían a lo que era justo y necesario.
Colateralmente, el equipo directivo obtenía otros beneficios. Así condenaban a la escuela a un determinado estrato social que en nada se condecía con el presente nacional. Así se aseguraban de no ver a ningún joven descalzo y helado, a una adolescente hambrienta que exigía una copa de leche o a más jóvenes embarazadas de las estrictamente necesarias.
¿Como se atreverían estas personas que pueblan este oscuro país a estudiar en tan distinguido establecimiento?
Los que protestaban, eran callados y se convertían en parias y objeto de persecución. Los oportunistas, los falsos y falaces, los que se vendían al mejor postor, era recompensados con indulgencia y tratos preferenciales.
Lenta e irremediablemente, los jóvenes, el porvenir, eran condenados a un futuro donde no sabrían defenderse, en donde fachos empleadores pisotearían sus cabezas, en donde un estado corrupto corrompería sus almas y un sistema enfermo, destruiría sus ingenuos y bellos ideales.
Un futuro triste, pero en donde no se habían perdido las esperanzas, y en donde sería fundamental, la piedra angular del cambio, una nueva generación consiente, crítica y pensante; instruida en el sacrificio, el respeto y la igualdad. Justamente, el tipo de conocimientos que no se ensañaban en la escuela. Algunos le llamarán casualidad, yo no lo creo…
*Los hechos y personajes anteriormente narrados son ficticios, cualquier similitud con la realidad, es obra de tu inquieta imaginación*
Yotuel...
1 comentario:
Pues ya ves que sí que entran desconocidas en tu blog a leer aquello que escribes. No pienses en la calidad de lo que nos cuentes, esto no es un concurso de literatura, es un desahogo personal y una enseñanza a aquellos que no conocemos de tu cultura y del sitio donde naciste. Volveré, me gustó mucho, e invitado al mío.
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