
El 2 de abril de 1982, cinco mil efectivos al mando del general Benjamín Menéndez desembarcaban en las Islas Malvinas, dando comienzo a una operación militar suicida, condenada al fracaso desde sus comienzos. No era este el intento patriótico de un país por devolver la soberanía argentina a unas islas lejanas y olvidadas, sino el último intento desesperado de un gobierno de facto por mantenerse en el poder. Un poder tomado por la fuerza las armas y sostenido por ellas.
El mundo no apoyo a nuestro país tercermundista como algún militar habrá previsto ingenuamente. Las historias de exiliados, torturados y desaparecidos sobrevolaban países en los que, a diferencia del nuestro, no eran censuradas. Fuimos catalogados como país agresor, las organizaciones internacionales nos dieron la espalda, los intereses económicos prevalecieron, y hasta países "hermanos" brindaron su apoyo económico y logístico a la potencia extranjera, históricamente prepotente e imperialista.
649 soldados argentinos perdían la vida en un conflicto absurdo, sumándose así a la infinita lista de víctimas de la dictadura genocida. Y también 255 británicos, que eran tan culpables de la mediocridad de su gobierno, como los argentinos de la ilegalidad del nuestro.
Y no olvidemos a los sobrevivientes, porque no es solo héroe quien murió como suelen enseñarnos. Cientos de argentinos volvían a un país que les daba la espalda, como mal recuerdo de la dictadura militar. Y así, olvidados, debieron soportar los tormentos que invariablemente les esperaban: las heridas físicas que con suerte sanarían, y las psicológicas, que nunca desaparecen. Todavía hoy gritan por una contención que nadie supo darles, y luchan por los beneficios que cualquier ex-combatiente merece, como triste consuelo. Pero no todo ha cambiado mucho, y otros gobiernos, esta vez democráticos, vuelven a fallarles.
Hoy, como forma de protesta, solo nos queda la memoria. Una memoria que nos enseñe que el patriotismo no consiste en odiar a un país, que la justicia jamás vendrá de la mano de un gobierno ilegal y que la soberanía no vale la vida de cientos de seres humanos. Una memoria que, de una vez por todas nos permita decir con sinceridad: nunca más.
Yotuel...
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